REVESTIDOS DE CRISTO


Lc 12,39-48
y Rom 6, 12-18
La teofanía o manifestación -revelación de Dios a Pablo camino de Damasco le marcó tan vivamente que ahí captó el nuevo orden introducido por Jesús en el que todo es gracia. En efecto ,El por revelación de Jesús pasó de la fe judía a la fe en Jesús . Y esa misma fe fue un regalo o gracia de Jesús. En El llegó a encontrar el nuevo modelo de actuación que no es la sola ley escrita sino la propia vida de Jesús. Experimentó la salvación como gracia recibida que regenera, libera e incorpora a un nuevo orden o salvación. Pablo entraba en la Era de Jesús y su Espíritu donde el principio de ordenación del cosmos interno y externo es el amor “como yo (Jesús) os he amado”. De ese modo la ley que es incapaz de entrar en la entraña de la realidad (por su casi infinita complejidad) es superada por la ley del Amor que está en la raiz misma de la vida y es capaz de curar, regenerar y liberar.”Mucho se le ha perdonado porque ha amado mucho”( Lc 7, 35-38″)
Desde esa entrada en el nuevo orden o Reino de Jesús está claro que todo está hecho pero en germen aunque es mucho lo que queda por hacer. (“Perpetuum fieri quod jam sit factum”
Pablo habla por ello de un hacerse esclavo de esa nueva justicia o nuevo orden para progresar en el y no volver al hombre viejo seguidor de apetitos mundanos (sarx).
Jesús puso en marcha el nuevo orden con destellos muy significativos de su gracia: la de la revelación a Pablo y la del perdón a sus discípulos.
Y esa doble gracia actúa en nosotros a través de los sacramentos haciéndonos crecer en lo que ya somos por el bautismo: hijos de Dios conscientes de nuestro ser y destino.
Canto: “El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación”

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