Comentario homiletico

Mt 11,13-19
Decir de Juan que era un “endemoniado” y de Jesús que era “un comilón y borracho amigo de publicanos y pecadores” era, sin duda, una malévola interpretación de todo lo hecho por Juan y Jesús con la que se pretendía avinagrar y condenar toda la vida y obra de ambos. Es la presencia del mal en estado puro que “alguien” introduce en la generación de Jesús.
Quienes se habían bautizado llorando sus pecados en el Jordán porque esperaban al Mesías y quienes habían visto con esperanza a Jesús porque era maravilloso cuanto hacía, empezaban a mirar con desconfianza y duda a Jesús. ¿Cómo iban a cantar victoria tan pronto? ¿No les tendrán por unos incautos e ingenuos por seguir inocentemente a Juan y a Jesús?
Así es como probablemente muchos antes y ahora dejamos de sembrar con lágrimas y de recoger los frutos con cantos de alegría porque hemos dejado germinar la sospecha fruto de la maledicencia, en vez de mirar las obras de bien que acompañan a los hijos de la luz.
Para estar seguros de “a quien seguir” no hay más que oír la voz del maestro ” por las obras los conoceréis”.

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