Comentario homiletico 1/2/19/

Mc 4, 26-34
Llama la atención q cuando Jesus busca una comparacion adecuada para expresar algo grande q va a ocurrir como es el Reino de Dios en la tierra- supuestamente lo mejor q pueda germinar en ella porque lo perecible se va a hacer imperecible por la fuerza divinizadora del Espiritu -recurre a la semilla q se siembra hundiéndola en la tierra y ella sola va creciendo mientras su sembrador duerme. Ha elegido, pues la imagen de lo q es la vida tal como ha nacido en la tierra : como una semilla o germen que es muy debil pero q encierra la mayor potencialidad. Aun hoy el despuntar de la vida es todo un espectáculo pero hay q tener ojos para verlo.
Nos acostumbramos hoy a ver con ojos de turista las creaciones humanas en forma de construcciones producto del genio humano y ahi quedan para nuestra admiración pero si las comparamos con una semilla pierden valor. Es la fascinacion de la vida. Ella y sólo ella y no lo creado por el hombre por magnífico q sea tiene ese espiritu vital q le empuja a crecer y a respirar y a sentir. Esa ha sido la más antigua acción del Espiritu creador en la tierra. Y el Reino de Jesús quiere retomar ese primer rasgo creador del espíritu de vida para renovar , hacer nueva , la tierra toda y la humanidad.
Jesús al encarnarse pues, se despojó de su rango divino, y asumió nuestra debilidad pero sabiendo q en ella siempre estuvo y está algo vivo y por vivo ,divino y sagrado . Es el mejor don de Dios a la tierra. Y esa vida en todas sus formas incluso de hombre es lo q Jesús viene a restaurar e iluminar Nos trae un canto a la vida toda .
Asi lo decimos en un canto ya habitual “Tu Reino es vida, tu Reino es verdad..”..

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