Comentario homilético 9/9/17

Hoy los pueblos q ayer celebrábamos a las virgenes aparecidas Vallivana, Victoria, Sales etc..estamos celebrando al Cristo de la fe. Se llama así y yo le encuentro una profunda razón: el Jesús hijo de María y el Espíritu Santo no se puede entender cabalmente sin el aporte fundamental de María y el Espíritu Santo. Y no es una redundancia.En Jesús estaba la plena humanidad, la humanidad más idílica o paradisíaca – sin sombra de mal ni pecado  aportada por Maria (nuestra mejor representante terrena para iniciar una humanidad nueva) y a la vez  está la realidad divina de Jesús aportada por el Espíritu Santo. 

  Esta feliz simbiosis q se produce al nacer Jesús es la q hace posible entender su vida tan plenamente humana q trasciende en ella su “aquel” divino sólo perceptible a los ojos de la fe. De hecho sólo desde la fe  se entiende el perdón, el amor a los enemigos, el buscar el bien y la vida de los demás antes q la propia vida e incluso el dar la vida por los demás. Esas contradicciones están en la cruz : el máximo poder divino se va a manifestar en la cruz . El máximo amor humano no es amado sino crucificado. Pero en esa cruz y por esa cruz será glorificado.

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