El texto de Lc 6,1-8 nos narra la parábola del administrador infiel q con habilidad al verse despedido prepara su futuro favoreciendo a los deudores de su amo rebajandoles sus deudas con recibos fraudulentos. Así nos aclara de entrada q no es el proceder claramente delictivo del administrador lo q se valora sino su habilidad o sagacidad empleada para usar el dinero en provecho propio.
El tema es importante pq nos plantea cual debe ser el proceder con el dinero y como situarnos los cristianos frente a él según el evangelio.
El dinero es un poder q faculta para hacer lo q quieras. Y por ello atrae. Pero es tb un estímulo q engancha y adicciona pq abre muchas posibilidades de hacer u obtener cosas a las q nos habituamos y ya no es fácil renunciar. Por ello en la relación con el dinero el control es fundamental.
Con esta base filosófica entenderemos mejor la frase de Jesus: “no es posible amar a Dios y al dinero”. El amor a Dios es puro y sin apego. Pertenece al orden del ser. El amor al dinero es apego. El primero libera. El segundo esclaviza.
Vivir la relación con el dinero con desapego para Jesús es fundamental. Por ello dirá :”hacéos amigos con la riqueza inicua”(Lc 16,8-11. O sea , q esa riqueza q encierra un poder latente de iniquidad “el oli pero aon pasa taca” (el aceite por donde pasa mancha) la hemos de manejar con gran liberalidad y como buscando el bien ajeno y no el propio q es la tendencia natural cuando hay apego. Sólo así podremos decir q en nuestra relación con el dinero estamos siguiendo la sagacidad cristiana propia de los hijos de la luz frente a la inicua e insidiosa de los hijos de las tinieblas.