En Mc 9,37-39 Juan le dice a Jesús: Maestro, hemos visto a uno q echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir pq no es de los nuestros”.
Hasta aquí Juan no dice nada diferente a lo piensan y sienten quienes tienen un fuerte sentido de pertenencia sean miembros de una religión, de un equipo de fútbol, de una falla , o de un país o región. Se trata de lazos de cohesión q se establecen al formar parte de un grupo y q refuerzan la sensación de q quién forma parte de ese grupo es especial, si no superior al resto. Esa experiencia de pertenencia , si es muy fuerte puede absorber la propia personalidad y fanatizar al individuo q se convierte en un transmisor de las ordenes ,pautas o consignas del grupo perdiendo la capacidad de discernimiento personal. Y entonces , si no hay una corrección de los elementos más fanatizados del grupo, aparecen tendencias excluyentes y de división q separan artificialmente a personas y grupos en gente de los nuestros q somos “los mejores” y los otros a los q hay q apartar o marginar o perseguir.
Jesús ,entonces, a la vista de q en su grupo pueden aparecer gérmenes de división y clasificación de personas corrige a Juan : “no les impidáis q echen demonios en mi nombre pq uno q eche demonios en mi nombre no puede hablar mal de mi.”
Aquí hay a la vez dos pensamientos.
1. El q hace el bien aliviando los males (=echar demonios) está ya aun sin saberlo en el bando de Jesús. Y
2. El uso del nombre de Jesús o de su invocación cuando uno se enfrenta a problemas difíciles es un recurso mas eficaz de lo q creemos para involucrarse en el problema, cargar con la cruz y sacar de dentro nuestra propia luz.
Por último cabe recordar q nunca debemos perder lo mas sagrado de nuestra individualidad -aunque formemos parte de un grupo- q es nuestra conciencia personal. Ella está por encima del grupo y la Iglesia la pretende preservar cuando admite que “de internis, neque Ecclesiam” o sea q ni siquiera la Iglesia puede/debe juzgar de la situación interna de un individuo.