Mt 8,11-15
El centurión que se acercó a Jesús cuando entraba en Cafarnaun para interceder por su criado tenía una gran fe como no era habitual encontrarla por Israel. Sin embargo no era israelita. No estaría quizás ni circuncidado. Pero se abrió a Jesús con una fe tal que le causó admiración a Jesús. En principio hemos de decir que sería una fe natural: esa que tenemos todos por la que confiamos que nuestros actos van a producir unos efectos o no los haríamos. Nosotros hasta jugamos a la loteria sabiendo cuan improbable es que nos toque. También cuando estamos desesperados sabemos que cualquiera busca remedio en el primer sanador de gracia que encuentra por el camino y más si es de mucho renombre. Todo esto nos encaja con la búsqueda del centurión a Jesús. Pero hay aspectos en esa súplica del centurion a Jesús que nos llenan de emoción: lo hace por un criado. Y lo hace con una humildad que raya en el servilismo:”No soy digno de que entres en mi casa”. Pero las siguientes palabras “di una sola palabra y mi criado será sanado”.
Aquí vemos una fe que rompe moldes por todos los lados. Si es sólo un acto de fe meramente humano nos está diciendo que la fe humana es más capaz de logro de lo que pensamos. Si es sólo humana además hemos de admitir ya que se pone la fe en que el logro va a ocurrir por causa ajena. Que esa fe puede influir en otra mente humana como la de Jesús y llevarle a hacer un prodigio especial o milagro.
La reacción de Jesús al captar en profundidad ese estado espiritual del centurión le debió provocar a Jesús un shock empático. De golpe comprendió que su Espíritu estaba tambien con el centurión y entonces le regaló el gran signo de la curación del criado.
¿ era una fe natural la del centurión que provocó tal resultado ? Probablemente sí, pero cuando entran los elementos apenas descritos como empatía del centurión con la bondad de todo lo creado. Cuando vive con humildad y todo se percibe como un don. Cuando hemos roto por bondad el cerco del egoísmo más cerrado, Dios mismo estalla en el corazón humano y le hace ver y vivir las delicias del Resucitado.
“Cerca está el Señor del que le invoca de todo corazón”(Sal 145,15). Que para eso se hizo hombre . Para que todos le puedan conocer de cerca y acelerar el pobre motor del corazón simplemente humano. Canto: “Cerca esta el Señor”
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