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San Joaquín y Santa Ana abuelos de Jesús nos traen a la memoria el estado de vida en que se vive con mayor gratuidad.Es el estado en que ya no se está urgido por las obligaciones de los hijos ni por el trabajo que hay que rendir para hacer la vida y atesorar y subsistir. También ha pasado el tiempo de buscar objetivos y metas nuevas como objetivos que requieren urgencia e inmediatez. Es el tiempo de la parsimonia. Y por eso mismo entendemos que es la etapa de vida en que brilla con mayor esplendor la alegría que nace del amor más puro y desinteresado.No hay mas que ver la imagen de ancianitos jugando con niños o acompañandoles al colegio para entender el gozo que viven en su hacer. Y todo porque ya no es el tiempo para hacer oro, es el tiempo como puro regalo para hacer lo que quieras sin prisas ni arrebatos sino para hacer lo que te nazca hacer de corazón. Tiempo en que el ser humano alejado de los negocios de la vida (“beatus ille qui procul negotiis… ) puede disfrutar de la Palabra cuya sabiduría trasciende todas las falacias de la vida. Es, por fin, el hombre para Dios, su principio y fin. Y …ojalá no esperemos a ser tan viejos para atender el tesoro escondido donde anida a gusto nuestro corazón.
Canto: “Tengo sed de Ti”.(Taize.)
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