Mc 2, 23-28-
Los discípulos de Jesús hambrientos cogen espigas al paso por campos de trigo. Y encima es sábado, tiempo sagrado para el pueblo judio en que està rigurosamente prohibida toda actividad laboral. Y Jesús no les reprende. Esa actitud escandaliza a los fariseos y nos hace ver que Jesús maneja las normas morales y las prácticas religiosas con otra jerarquía de valores. Respeta el no robar y la observancia del sábado, pero da preferencia a las necesidades vitales urgentes por sobre las prescripciones religiosas tal como decimos en el refrán: “primero es la obligación y luego la devoción”. Pero esta actitud liberal frente a las prescripciones religiosas no significa que no valore los mandatos religiosos. Sin duda Jesús era muy religioso y ocupaba” horas extras” para orar de noche o de madrugada y frecuentaba las sinagogas de los pueblos donde predicaba y oraba. Y luego las primeras comunidades cristianas seguían su modelo y como dice (Hech 2,42) ” se reunían frecuentemente para la fracción del pan” que es la Santa Misa.
La práctica religiosa hay que reconocer que por diferentes motivos pasa por momentos bajos. Ya Jesús era muy crítico en su tiempo por el mal uso que se hacía del templo del que decía que lo habían convertido en “cueva de ladrones”. Criticaba el culto vacio (=sin amor, hecho por pura obligación y rutinario. Y así mismo el exceso de leyes de todo tipo que ocupaban gran parte del tiempo.
A nosotros nos incumbe tomar en serio la práctica religiosa y dejar por contradictoria y descorazonada esa “redicha” expresión: “soy cristiano no practicante”.
Hemos de descubrir en las diferentes prácticas religiosas su aporte de savia auténticamente espiritual que nos puede ir renovando y revitalizando en el día a día y que se logra en la oración personal y en solitario, pero también en las liturgias comunitarias intentando que sean participativas y bien preparadas con lectores, cantos, gestos etc. Ahí tenemos retos importantes que acometer personal y comunitariamente. Lo que no podemos es dejar sin cultivo el área espiritual que hoy parece cultivarse por bastantes en el àmbito solitario e individual olvidando que es falsa la espiritualidad que se pretende vivir sin hacer comunidad y sin caminar juntos(=Sinodalidad) Es “donde hay dos o mas reunidos en mi nombre (el de Jesús) donde está Jesús en medio de ellos generando amor comunitario y testimonial como Pueblo de Dios (Mt 10,18-20). Y es el amor comunitario de unos a otros el señuelo de que somos discípulos de Cristo.(1Jn 4,21) “mirad còmo se aman”.