¿MERECEMOS TAN GRAN MAESTRO?


Mt 13,18-23
A Jesús le preocupaba que prendieran las semillas del Reino que Él estaba predicando con su palabra y con su ejemplo de vida- de modo que pronto se vieran sus frutos en la forma de una nueva manera de actuar las personas en la vida. Aquello que luego se llamaría una vida cristiana. Y por ello esta parábola – que como buen amante de la creación saca de la naturaleza- empieza a explicarla.
El sembrador al sembrar esparcía las semillas como Jesús dice, pero cada semilla caía en zonas distintas: al borde del camino, en terreno pedregoso, entre zarzas, pero estas no van a poder producir y dicho en Román paladino compara estas situaciones al que escucha y no entiende, al que es inconstante y no profundiza y por último al que entiende y profundiza pero “los afanes de la vida y la seducción de las riquezas” le hacen estéril para producir frutos del Reino.
A este respecto y con aguda expresión nuestro genial viñetista el Roto retrataba con expresión desencantada a un personaje indefinido de nuestro hoy diciendo: “VENDO ALMA POR NO PODER ATENDERLA”.
Y es que la semilla del Reino que es la Palabra de Dios es como el Tesoro escondido y como La perla preciosa que una vez descubiertos permiten dar el justo valor al resto de cosas de la creación alejándonos de ídolos falsos. Pero hay que hacer la apuesta con coraje y vender todo para adquirir ese tesoro escondido y/o esa perla preciosa.

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