Comentario homiletico 31/8/19

Mt 13, 44-46
Moises bajaba del Sinai con las Tablas de la Ley después de hablar con Dios y aunque no se daba cuenta su rostro estaba radiante. Y todos lo percibían.
Así también dira Jesús en parábola que el que ha captado la profunda verdad del Reino que El nos trae se parece a aquel que descubre un tesoro escondido en un campo y vende todo lo que tiene y lo vende para comprar ese campo. O el comerciante en perlas finas que cuando descubre una de gran valor vende lo q tiene y se queda con aquella perla.
Ambas parábolas nos hablan en matáfora de ese choque o golpe o eureka que recibe el que encuentra por fin lo que buscaba aun sin saberlo. Es la fuente de agua que sacia toda sed. O la sabiduria que sacia toda inquietud por conocer. El anciano Simeón la vió en el recién nacido hijo de Maria a quien tuvo en brazos y se alegró “infinito” porque sus ojos de anciano vieron en El – por fin – la Salvación: luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo Israel”.
El que busca la verdad en los caminos de la fe echa de ver que el fulgor que brillaba en el rostro de Moisés era por la luz q irradia la Ley de Dios como ley de vida . Pero los que logran “ver” el tesoro y la perla que es Jesús estan viendo el propio AMOR que es Dios hecho carne en Jesús. EL resume toda nuestra necesidad de Salvación.

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