LA ALEGRIA DE CREER Lc 5, 33-39

Cuando la presencia de Dios en la tierra se detectaba preferentemente por la Ley todo giraba en torno de la Ley. La ley era puesta por Dios para ser guia y dar vida al mundo. Era en cierto modo lógico que los hombres religiosos se aferraran al cumplimiento obsesivo de la ley como si en ella estuviera la salvación.
Los escribas y fariseos son herederos de esa forma de pensar y por ello critican a Jesús y sus discípulos. Les parece que oran poco , que ayunan poco y queno dan la talla de los hijos de la ley puesta por Dios con Moisés.
Lo que escribas y fariseos no acaban de percibir es que el advenimiento de Jesús ha marcado una nueva era. Pablo acaba de decir que con Jesús Dios invisible se ha hecho visible. Con Jesus pues ha terminado el imperio de la Ley. Jesús en su persona encarna la nueva ley. La nueva ley que guia a sus discípulos ya no es solo la del Antiguo Testamento sino la Ley del Amor al estilo de Jesús q ha superado con creces la rutinaria obediencia a la ley antigua. El es el camino y vivir a su estilo y con su Espiritu es la nueva ley porque es El y no la ley quien nos salva.
Captar esto hoy es de la máxima importancia porque quien lo logra entender puede dejar muchas prácticas menos importantes (sin hacerse una religión a la carta) y sin perder la esencia fundamental que es ser discípulo de Jesús y amarle amando como El.
Y es cosa de pedagogia de la madre Iglesia que nos diga en cada momento qué prácticas y modos de pensar pueden ser mas convenientes y aceptables para nuestro gobierno y acercamiento a Dios y mejora de la humanidad. Este ministerio es necesario y complementario al de Jesús y dispone nuestra sensibilidad para estar al dia en el mundo de hoy sin perder la esencia evangélica. Este ejercicio en fidelidad a Dios y al mundo es el que ha ido propiciando la necesidad de encuentros eclesiales (Concilios, (como el Vaticano 2°) Sinodos etc para nuestra puesta al día.
Canto: “Cantando la alegria de vivir”.

OBRAR “EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”

Lc 5,1-11 el trabajo en nombre del Señor y con la fuerza del Espíritu-
Pablo, el incansable predicador del evangelio a los gentiles (no judíos) reconoce con “escasa” humildad en la segunda lectura que es por la fuerza del Espíritu en él que ha trabajado más que todos los apóstoles por Jesús y el evangelio. Vamos, que le cundió el trabajo. Y el evangelio viene a darnos la clave de cómo llegar a “ser productivos” en la vida: el trabajo hecho con voluntad y constancia, pero hecho “en el nombre del Señor”.
Cuando “echamos las redes” en su nombre como hicieron los apóstoles después de bregar toda la noche por el mar ahí percibiremos la fuerza de Dios y su providencia milagrosa y amorosa. Dios nos manifestará su plenitud haciendo fructíferas nuestras obras. Y nos nacerá dar gracias a Dios porque “suyas son -aunque no lo parezcan- nuestras obras”.
Canto :Virgen del Amen.